martes, 29 de noviembre de 2011

RESTAURANTE NARIZOTAS

Un restaurante del que me habían hablado muy bien en Segovia: el Narizotas. Hace poco tuvimos la oportunidad de comprobar si lo que nos habían contado de él era cierto o no: buena comida, buen trato, local con un encanto especial y mucha personalidad en todo. No nos defraudo y salimos de él pensando en volver pronto, que creo es lo mejor que se puede decir de un restaurante.

Comedor Juan Bravo

 El Narizotas se encuentra en pleno corazón de Segovia, en la misma Plaza de Medina del Campo (más conocida como de Juan Bravo, por la estatua que la preside), en mitad de la Calle Real y junto a la zona de la Calle de Los Bares.

Comedor Sirenas

 Es un local antiguo, mas grande de lo que aparenta, en 3 alturas y con 3 comedores, cada uno con una decoración distinta donde destacan en todos ellos bonitos cuadros de pintura. No tiene barra, la entrada hace de recepción donde te recibe el maître y un camarero te acompaña a uno de los comedores.

Comedor Pepe Diviú

 La carta no es excesivamente amplia, pero si tiene bastantes menús variados de diferentes precios, como el de Tierra de Sabor, que contiene queso, jamón ibérico, judiones de La Granja, cochinillo y ponche segoviano, por 25 euros; una opción muy solicitada por los turistas. Pero quizá los Menús más conocidos del Narizotas son la Mano Izquierda y la Mano Derecha. Yo también puse cara rara cuando lo oí por primera vez, pero simplemente es el nombre que reciben dos menús degustación que gustan mucho a quien los prueba. La principal diferencia entre las dos Manos, es que la Izquierda es siempre la misma y sabes lo que contiene, mientras la Mano Derecha son platos sorpresa donde debes depositar tu confianza en el restaurante.
 Nosotros nos decidimos por pedir 2 Manos Izquierdas y ésta fue nuestra experiencia:
-          Lo primero que nos trajeron fue una degustación de Jamón Ibérico al Corte, bastante normal, sin nada que destacar especialmente.
-          Después, dos tentáculos de Pulpo Braseado sobre Cebolla frita y Aceite Picante de Pimentón. El pulpo estaba bastante bueno, pero mejor aún la cebolla frita, una especialidad de la casa.

-          Seguimos con 2 Tostas de 6 Cereales con Queso, Anchoa y Tumaca. Como con el pulpo, nos sorprende un ingrediente que parecía secundario pero se convierte en principal: el pan de 6 cereales.
-          Acabamos los entrantes con 2 Tortitas de Camarones y Trigueros con Salsa Rosa, esponjosas, se derretían solas en la boca. Vamos muy bien.
-          Seguimos con un pescado: Brocheta de Rape, Salmón y Langostinos con Crema de Naranja. Quizá (bueno, seguro) lo que menos nos gustó, no parecía un pescado de primera calidad.
-          Como digestivo antes de las carnes, un Sorbete de Yema con Crema de Orujo. Personalmente soy un enamorado de los sorbetes, especialmente de los de sabores originales y éste lo fue.

-          El plato fuerte son las dos carnes juntas, Entrecott de Buey y Magret de Pato con Pedro Ximenez. Sin ser la mejor carne que haya comido, no era mala, pero es que el Pedro Ximenez hace buena cualquier carne.
-          El postre es un Hojaldre relleno de Helado de Vino con algo de Chocolate, muy rico aunque quizá algo empalagoso después de tanta comida, pero el helado de vino es otro invento.
-          Tomamos dos cafés y dos gintonics de Seagram´s con Schweppes, mal preparados, también es verdad.
-          Vino Tinto Hesvera de Ribera del Duero que también nos sorprendió gratamente, pues ni siquiera conocíamos y estaba muy bueno. Y deberíamos destacar también el surtido de pan, con varios panes diferentes excelentes.
-          El precio de cada Menú es de 37,90 euros, a lo que hay que sumar 4,30 euros por cada gintonic: total de la jugada, 84,40 euros, 42,20 cada uno.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DE TAPAS POR AVILA (PARTE 1)

Ávila es una ciudad perfecta para ir de tapas, con una oferta amplia y muy variada. Y hablamos de grandes pinchos, no de pequeños canapés. Y “gratis”. Lo pongo entrecomillado porque los precios de las cañas son un poco más altos de lo normal, pero la tapa entra dentro del precio, cosa que no pasa en todos los sitios de España, aunque le suene raro a quien este acostumbrado a que así sea.
 Haremos el post en dos partes, porque como os comentaba, la oferta es muy amplia y, aunque conocemos la mayoría de los sitios que vamos a publicar, queremos visitar todos de nuevo para apuntar precios y variedades de tapas.
RESTAURANTE EL PORTICO.
CAÑA: 22 cl. de Mahou
PINCHO: tosta de lacón a la gallega
PRECIO: 1,70 Euros
OTROS PINCHOS: Paella, calamares, croquetas…
Situado a las afueras de Ávila en la Avenida de Madrid, cerca del hospital. Es uno de los restaurantes más famosos de Ávila, donde comer bien, pero más famoso aun por sus tapas Bastante variedad de pinchos, aunque predominaban los fritos. La pega es que hay que ir de proceso a él, porque no hay más bares destacados cerca.
BAR DVINOS
CAÑA: 25 cl. de Mahou
PINCHO: Setas al cabrales y chipirón con manzana confitada y salsa ali oli
PRECIO: 1,50 Euros
OTROS PINCHOS: Fabes con almejas, pulpo a la gallega, solomillo con queso azul…
Mi preferido. Local moderno situado en la Avenida de Portugal, zona céntrica de Ávila. Mucha variedad (más de 30 pinchos, todos los puedes leer en una pizarra), tienen pinchos clásicos (callos, oreja, morcilla…), de cuchara (garbanzos con callos) o elaborados como los que pedimos.
MESÓN DE AVILA
CAÑA: 25 cl. de Mahou
PINCHO: Paella
PRECIO: 1,60 Euros
OTROS PINCHOS: Bocatines vegetal o de picadillo
Situado al lado del Dvinos, es un clásico (reformado) de Ávila. La paella estaba muy rica, teniendo en cuenta que para pincho no la sueles comer recién hecha. Nos impresiono que los bocatines fueran de gran tamaño.
EL MOLINO DE LA LOSA
CAÑA: 27 cl. de Amstel Oro
PINCHO: Tortilla de patata y torrezno
PRECIO: 1,75 Euros
OTROS PINCHOS: Tosta de jamón o lomo de cerdo
Magnifico sitio situado junto al Puente Adaja, al lado del rio y con bonitas vistas a la Muralla. De los restaurantes caros de Ávila, aunque no me pareció caro la cerveza, teniendo en cuenta que la marca (nos supo muy rica). La pega es que no tiene mucha variedad, pero recomendable ir a tomar una allí.
HOTEL 4 POSTES
CAÑA: 30 cl. de Mahou
PINCHO: Revolconas
PRECIO: 1,50 Euros
OTROS PINCHOS: Carne con tomate
Hotel muy conocido en Ávila por sus celebraciones de boda y por su mirador, donde se ve una magnifica postal de Ávila. Pero para tapear, no nos gusto mucho.
MESON EL EMILIANO
CAÑA: 25 cl. de Mahou
PINCHO: Callos y morcilla
PRECIO: 1,50 Euros
OTROS PINCHOS: Rabitos, oreja, picadillo
Otro bar de toda la vida en la ciudad, muy clásico también en los aperitivos, donde predominan los guisos de callos, morro, oreja etc.
BAR EL MORO
CAÑA: 27 cl. de San Miguel
PINCHO: Tumaca
PRECIO: 1,30 Euros
OTROS PINCHOS: Hamburguesa
 Otro de nuestros favoritos, pese a estar un poco escondido en la zona sur de Ávila, tiene una gran reputación. Pincho de bocata de tumaca y jamón, lo que es medio bocadillo en otros sitios, y además muy rico. Encima es el más económico y el trato de los camareros es de los mejores también.
BAR – RESTAURANTE LA TROPICANA
CAÑA: 25 cl. de Mahou
PINCHO: Tortilla de salmón y de bacon queso
PRECIO: 1,90 Euros
OTROS PINCHOS: Variedad de tortillas y bocadillos
El precursor de ofrecer una gran tapa en Ávila, uno de los más conocidos por ello, aunque cada vez lo tiene más difícil, pues la competencia es cada vez más grande. Tiene una gran variedad en tortillas de patata rellenas (salmón, bacon queso, picadillo, setas…) y bocadillines.  Suele tener paella en fin de semana.
BAR VENUS
CAÑA: 25 cl. de Mahou
PINCHO: Callos
PRECIO: 1,90 Euros
OTROS PINCHOS: Jamón Ibérico, montaditos, morunos
 Pese a tener menos nombre que otros de la zona sur (Tropicana, Ancla, Mario…), personalmente es el que más me gusta junto a El Moro. Mucha variedad, los pinchos calientes son recién hechos.
Estos nueve sitios los recorrimos en una sola mañana. Desde las 13:00 hasta las 18:00 horas, cuando ya no podíamos seguir, dejándonos sitios destacados para una próxima vez, que seguro será pronto.

viernes, 21 de octubre de 2011

RESTAURANTE LA POSTAL

Ya hemos comentado otras veces que en Segovia hay muchos sitios buenos donde comer. Hoy os vamos a presentar otro sitio que cada vez está cogiendo más fama: el restaurante La Postal, en Zamarramala.
Zamarramala, conocida por sus fiestas de las Aguedas, es un barrio de Segovia que podríamos dividir en dos partes: la parte baja, pegada al barrio de San Lorenzo y donde también está el Restaurante San Marcos, famoso en Segovia por sus mariscadas; y la parte alta, situada arriba de un cerrete, razón de uno de los secretos de este restaurante: sus vistas. Porque el Restaurante La Postal debe su nombre a que desde allí, tienes una magnifica vista de la ciudad de Segovia.
Pero como las vistas no engordan, la razón de hacer un post sobre él es su comida. Ésta se sale un poco de lo normal en Segovia, que es una cocina muy tradicional, con sus judiones de La Granja, sus embutidos de Cantimpalos y el cochinillo o el lechazo asado con su Marca de Garantía de Calidad. Vamos, la típica comida que nos gusta a nosotros. Pero La Postal es un poco de otra forma, tampoco exageradamente, pero os lo voy a intentar explicar.
Nuestra última visita fuimos 3 personas. Pedimos 3 entrantes para picar y 1 segundo plato para cada uno. Para regarlo, una botella de vino Emilio Moro 2007. De primero fue una “Sinfonía gratinada de setas y boletus edulis con ligera alioli de miel”, una de “Pulpo braseado Costa da Morte” y unos “Medallones de micuid con reducción de Pedro Ximenez, compota de manzana y cebolla caramelizada”. Parecen los típicos nombres donde te pierdes y no sabes lo que has pedido, para que luego te traigan un canapé de no sé qué. Pero no, aquí son raciones grandes y buenas, sobre todo con una muy buena materia prima. Vayamos por partes: la sinfonía de setas fue lo que menos nos gusto, pero estaba buena, aunque las setas no eran de temporada y el sabor del alioli es demasiado protagonista. El pulpo estaba muy bueno. Tres tentáculos de pulpo enteros, que parece te los vas a comer de un bocado cada uno, pero luego cunden bastante; el pulpo braseado es más duro que el cocido, pero a la vez más sabroso, acompañado de un poco sal gorda, pimentón y ajo. Y lo que más nos gusto de todo, fue el foie (micuid), en salsa de PX caliente, no dejamos de pringar pan tostado con él, muy rico, si vais no dejéis de pedirlo. De segundo pedimos un “Entrecotte de buey de Galicia con crema de mostaza” y dos de “Tournedo de solomillo con cesta de salsa de quesos y setas con tallarines de colores”. Os lo pongo entrecomillado para que sepáis donde empieza y dónde acaba el nombre del plato, harto complicado. Pero vamos, lo primero es un entrecot de buey a la plancha y te ponen una salsa de mostaza aparte. Esto es lo bueno, que las salsas van aparte, por si no te gustan te lo comes solo y ya está. Aquí la salsa mata demasiado el sabor de la carne, que es de primera calidad. Con el solomillo, en cambio, la mezcla de sabores es muy rica, sobre todo si coges un trocito de la bolsa de hojaldre donde va la salsa. Los tallarines importan menos, pero un trozo de carne con hojaldre y salsa de queso esta riquísimo. Yo creo que aquí la clave es usar una buena materia prima en todos sus platos.
 Cerramos con 2 postres de helado, 3 cafés (invitación de la casa) y 3 gintonic con ginebra Master´s (que no conocíamos) y tónica Kas blue. Mientras lo degustamos, comentamos también la limpieza de toda la vajilla y cubertería, parece nuevo a estrenar. Se agradece.
 La cuenta nos sube a 170 euros, 57 por cabeza.
 Por tanto, aquí tenéis un restaurante en Segovia donde podréis saliros de los judiones y el cochinillo, comer bien y disfrutar de una postal de la ciudad en vivo.

martes, 11 de octubre de 2011

RESTAURANTE EL RISCAL

No es oro todo lo que reluce. Ni hay bellotas para alimentar todos los cochinos que luego nos venden como jamón ibérico. Tampoco hay bueyes para dar todo lo que en muchos restaurantes nos dan como carne de buey. En su mayoría, los chuletones de buey son de vaca vieja. Están buenos, pero no es buey.
 Hay 2 restaurantes famosos en España por dar autentica carne de buey. Uno está en la provincia de León y pronto haremos un post sobre él. El otro está en Carbonero el Mayor (Segovia) y os contaremos aquí nuestra experiencia.
 Como digo, ambos restaurantes son famosos y han sido protagonistas de varios reportajes en televisión. Aquí podéis ver los de El Riscal: REPORTAJE TVE 1 REPORTAJE TELEMADRID
 Nuestra última visita a El Riscal, se produjo en las fiestas patronales de Carbonero el Mayor. Para mí, junto a las de Villacastín, Nava de la Asunción, Cuellar y Turegano, las mejores de Segovia, con un vermut impresionante, lleno de charangas. Otros años habíamos ido en fin de semana, al encierro de las 8 y nos habíamos quedado a almorzar y luego al vermut. Ésta vez, fuimos entre diario, el encierro era a las 12, por lo que tomamos unas cañitas después y luego comimos. Estábamos entre Los Mellizos (otro restaurante que se merece un post en éste blog, que ya haremos) y El Riscal, por el que finalmente nos decidimos.
 El Riscal es un restaurante moderno, en continua expansión y reforma. Tiene una amplia barra, con muchas mesas y toneles donde estar cómodo mientras saboreas sus sabrosos pinchos o ves un partido de futbol en una de sus grandes pantallas. El servicio de camareros es atento y los precios son económicos (1,20 la caña de cerveza). Trabaja muy bien la barra, tanto en desayunos, vermús, partidas de cartas o eventos deportivos televisados.

 Tiene 3 amplios comedores, el primero suele ser para comidas de menú del día, el segundo es el más amplio y el tercero es de nueva creación, en la última reforma, con una gran bóveda de madera y un ambiente agradable. En éste estuvimos nosotros. Para llegar, cruzamos por completo el segundo comedor, donde ya se veía que todo el mundo estaba comiendo lo mismo, lo típico de éste restaurante, CABU A LA TEJA. El nombre lo recibe la carne de buey con denominación de origen y con unos controles de calidad que certifican su autenticidad de bueyes de trabajo españoles de más de 8 años.
 Aunque somos 2, nos sientan en una mesa donde 4 comensales estarían a gusto. La comanda la coge Jesús, uno de los dueños y que se ofrece para todo lo que necesitemos. El otro dueño, Javier, está encargado más de la ganadería. Pedimos una ración de gambas a la plancha y 2 raciones de CABU a la teja, más una pequeña ensalada. Jesús nos recomienda unos mejillones al vapor, le hacemos caso y los pedimos también. Para mojarlo, un Jaros de D.O. Ribera del Duero Crianza. Las gambas eran buenas, aunque algo escasas. Los mejillones muy ricos y grandes. El vino, excelente. Y llega el plato fuerte: el buey se sirve crudo en sal gorda, con el plato de barro a gran temperatura para hacerlo al gusto, aunque se recomienda vuelta y vuelta porque son filetes muy finos. La cantidad no es demasiada, 4 filetes del tamaño de un cuarto de folio por ración, aunque te ponen un plato de patatas fritas incluido en el precio. El sabor es suave y con poca grasa, en contra de lo que podíamos pensar, fácil de cortar y de comer. . Acabamos con dos postres: 1 helado casero muy rico y unas trufas blancas aún mejores. Después, 2 cafés (invitación de la casa) y 2 gintonics, para no perder las tradiciones. La cuenta subió a 140 euros (70 por barba).
 Nos quedamos un poco con distintas sensaciones. Por un lado, se ve que todo lo que comes es bueno, pero por otro lado, nos defraudo un poco el buey, que era a lo que íbamos. Sí, estaba buena, pero yo me como mejor un filete (no muy gordo, pero tampoco tan fino) de ese buey a la brasa y me sabe tan rico. También es verdad que no soy muy fan de la teja de barro caliente, me parece que cuece la carne en vez de freírla, aunque hay mucha gente que le gusta.
 De todas formas, como siempre digo, os dejamos nuestra experiencia, pero lo mejor es que vayáis vosotros y tengáis la vuestra propia.

viernes, 22 de julio de 2011

Mesón El Arriero

Diréis que os hablamos poco de los restaurantes segovianos, ciudad mundialmente famosa por el cochinillo, y que incluso tiene un gran turismo gastronómico de fin de semana o de un día. La razón, es que los restaurantes Cándido, Duque o Jose María, por ejemplo, creo que los conoce todo el mundo y sus platos más típicos son de sobra conocidos. Aun así, tendremos tiempo más adelante de hacer un post sobre ellos, especialmente uno del Jose María, para mí el mejor restaurante de Segovia.
Hoy, de momento, os vamos a presentar el Mesón El Arriero, un sitio especialmente recomendado para estos tiempos de crisis económica, donde podremos comer bien a un precio muy ajustado.
El Mesón El Arriero está situado en la C/ Arévalo, 10 de Segovia. Para que lo entendáis, es la carretera que va desde La Fuencisla hasta la carretera de Arévalo, donde se cruzan a la altura del polígono de Valverde. Está, yendo desde Segovia, un poco antes de la Venta de San Pedro Abantos, que seguro conocéis o habéis oído hablar de ella.
No es facil encontrarle, ya que el Mesón El Arriero parece más una casa particular que un restaurante. Es una especie de chalet situado en la misma carretera. No es lo único llamativo del local; el aparcamiento se encuentra en un patio dentro del recinto, junto a varias cuadras antiguas, cada una destinada a una función: en 1 hay gallinas, en otra leña e incluso, en otra más grande se encuentran los aseos del restaurante, independientes del local principal. Entre los aseos y el restaurante, se encuentra situada la terraza, de gran capacidad y muy concurrida en las noches de verano. Desde ésta, tenemos un acceso a la barra, pasando antes junto a la cocina. El acceso, en teoría principal, que conecta la calle directamente con el bar, es menos utilizado, debido a la situación geográfica del aparcamiento. Estamos ya en el interior, donde predomina la decoración antigua, con varios trillos e instrumentos de labranza antiguos en las paredes, tanto en la barra del bar como en el comedor, que calculo será de unos 55 comensales. Las mesas y sillas son también antiguas, entenderéis porqué El Arriero es conocido entre nosotros como “el bar de Cuéntame”, debido a la serie protagonizada por Imanol Arias. Otra curiosidad que nos llamará la atención en la barra, son los grandes jamones que cuelgan sobre ésta, de unos 40 o 50 Kg (no exagero). Como veis, es un sitio con un encanto muy personal.
Si clásico es el local, más clásico aún es su carta. No valláis buscando en El Arriero platos de última generación, esos donde se mezclan tanto los sabores hasta quedarte sin ellos. Aquí se lleva “la cocina de la abuela”, platos como la tortilla de patata, la morcilla, el queso en aceite, las croquetas o la ensalada de verdel, con productos muy naturales. Todo está buenísimo y las raciones son muy generosas. Pero lo mejor y más típico de El Arriero es el cochifrito, el cochinillo frito en vez de asado, que en muy poquitos sitios saben darle su punto al cocinarlo, pues normalmente suele quedarse seco y con la corteza correosa. No es el caso de aquí. Quizá el mejor cochifrito que haya probado en mi vida, será el de Casa Patas, junto al Puente Adaja de Ávila (ya está cerrado, pues sus dueños se jubilaron). El de El Arriero no llega al de Casa Patas, pero se le aproxima mucho. Y la ración es muy generosa, como todas.
 Nuestra última visita la saldamos (2 personas):
-          1 Ración de rabas de calamares
-          1 Ración de morcilla
-          2 Raciones de cochifrito
-          2 Tartas de Whisky
-          2 Cafés
-          2 Gintonic de Tanqueray
-          Con vino y casera de la casa y pan.
-          Precio total: 35 euros
Como veis, es un sitio donde comer bien y gastarse poco dinero. Y, si te gusta el cochifrito, éste es tu sitio.  

jueves, 14 de julio de 2011

Restaurante El Cocedero

Cuando hablamos de Ávila, gastronómicamente, en seguida nos viene a la cabeza las patatas revolconas, los judiones de El Barco o la chuleta de ternera avileña. Esta claro que es lo más típico y, realmente, todo lo anunciado anteriormente es muy bueno por esas tierra.
Pero si queremos comer buen marisco, también lo podemos hacer, aunque parezca mentira. Y lo podemos hacer en el Restaurante Cocedero.
El Restaurante Cocedero se encuentra en la carretera de Burgohondo, a la salida de Ávila, pasada la rotonda de la Plaza de Toros y la Seat y antes de llegar a la ITV. Está un poquito escondido, por lo que es mejor ir despacio, tras pasar El Soto, para no pasárnoslo.
El local está aislado de otros edificios y tiene un gran parking privado para aparcar el coche. Lo primero que destaca cuando nos adentramos en el local, es un amplio acuario donde suele haber un par de buenos bogavantes, vivos claro. La barra es la típica de aluminio, en una zona que podíamos decir que no es ni grande ni pequeño, calculo una capacidad para unas 35 personas, aunque creo recordar que no tiene ninguna mesa, por lo que tomemos, deberemos hacerlo en la barra. También tiene 3 comedores, no muy grandes cada uno, aunque sumando los 3 hacen una buena capacidad. Y ahora, en época de verano, también tienen una muy concurrida terraza.
Aunque tiene una carta variada, donde también se encuentran los platos típicos que hemos anunciado antes, prácticamente todo quien lo visita, es para probar alguna de sus numerosas especies de marisco. Se puede hacer de dos maneras: con pequeños aperitivos en la barra o con una buena mariscada en uno de sus comedores.
 Si nos quedamos en la barra, con cada consumición podremos probar un aperitivo de cangrejos, camarones, quisquillas, mejillón y una especie de caracoles muy chiquititos que no recuerdo como se llaman. También podremos pedir raciones; de gambas, gambones, navajas, ostras, cigalas, almejas, percebes… todo de muy buena calidad.
 Si te decides a entrar al comedor, aparte de todas las raciones que hemos nombrado para la barra, puedes pedir una mariscada para dos personas: fría o cocida (80 euros) o a la plancha (70 euros). Como a mí, personalmente, no me llama mucho la atención el marisco frio, siempre nos hemos decidido por la mariscada caliente, que contiene: 4 carabineros ( 2 por persona), 4 cigalas (2), 12 gambas blancas (6), 10 gambones rojos (5), 8 langostinos (4), y 6 navajas (3). Lo suficiente para hartarte de marisco, todo fresco y de primer nivel.  Otra cosa que llama la atención y que nos puede ayudar a comer más variado, es que sirven medias raciones de toda clase, cosa que en muy pocos sitios he visto cuando se trata de pulpo, gambas, navajas…
Nuestra última experiencia fue: mariscada a la plancha para 2 personas, ½ ración de pulpo a la gallega, ½ ración de chupitos, 1 botella de albariño, 2 tartas heladas y 2 cafés, más 2 cervezas que tomamos en la barra. Nos invitaron a un chupito. Total: 112 euros. Creo que un precio razonable, ni caro ni barato, ya que como podéis apreciar, nos pusimos bien.
Pues ya sabéis, en Ávila hay muy buenas revolconas, chuletones, judías, yemas, hornazos, callos…. Pero también hay buen marisco si surge un antojo cualquier día.

lunes, 11 de julio de 2011

Carta de Gintonic en Bar Carolina

Creo que ya hemos dejado claro en varias ocasiones en ésta página, que sentimos una especial adicción por el combinado de ginebra con tónica.
También se ha convertido en una moda seguida por cada vez más gente, y cada vez son más los bares y coctelerías que disponen de una amplia variedad de estas mezclas. Incluso en las ciudades más grandes, ya es muy normal que los locales más actuales dispongan de una carta de gintonic o, incluso, de una barra expresamente dedicada a estos combinados.
En Segovia y Ávila no conocíamos ningún sitio donde tomar un buen gintonic, hasta que el Bar Carolina, de Villacastín, ha decidido convertirse en el pionero en elaborar su carta de gintonic. En ella se encuentra una buena variedad de las mejores ginebras con 3 tónicas distintas a elegir. Y lo mejor, con un precio muy, muy económico, comparado con otros sitios.

Aquí os mostramos la carta:


Cómo hacer un buen gintonic:
-     Copa grande de balón, para que la superficie de la copa no esté en contacto con el lugar donde se reposa y pueda coger temperatura.
-     Abundante hielo, cuanto más grande y duras sean las piezas mejor, para que no “agüe” el combinado. El hielo de gasolinera sería muy recomendable. Enfriar antes la copa, dando vueltas con un hielo, también.
-     Aditivo frutal. Cada ginebra  lleva un aditivo frutal, dependiendo de con qué esté hecha ésta. Eso sí, todas aceptan dos de los ingredientes básicos: bolitas de enebro y un cítrico como la lima.
-     Justa cantidad de ginebra. Es un combinado donde se debe apreciar el sabor de la ginebra y la tónica. No por echar más ginebra, sabrá mejor. Los expertos hablan de una proporción 1 a 4 respecto a la tónica, es decir 5 cl. (un vaso de chupito) de ginebra por cada tónica de 20 cl. También se suele calcular contando 1001, 1002 y 1003 al echar la ginebra.
-     Mezclar la tónica. Para ello, lo mejor es usar una cucharilla trenzada (mezcladora)  y verter sobre ella, suavemente para no perder el carbónico, la tónica. Si no tenemos cucharilla mezcladora, simplemente servimos la tónica muy despacito y a pequeña distancia de la copa. No debemos agitar o remover la mezcla una vez hecha, es mejor esperar unos 30 segundos a que ella sola se mezcle.
Cómo NO hacer un buen gintonic:
-     Vaso ancho o de tubo. Muy indicados para otros combinados, pero no para éste.
-     Tónica caliente. En pocos segundos nuestro gintonic se habrá convertido en abundante agua con ligero sabor a ginebra.
-     Aditivo frutal. Nada de rodaja de limón y mucho menos, jugo de éste. El acido del limón reacciona con el carbónico de la tónica, dejando a ésta sin gas. Por ello, se debe cortar solo la piel, aunque si es de lima, mejor. Hacer experimentos con pepinos, uvas o pétalos de rosa, tampoco es recomendable si no se está muy seguro de lo que se hace.
-     Mucha ginebra. Si se quiere “amortizar” el precio añadiendo más ginebra de la necesaria, posiblemente lo único que nos pase es que pasemos un mal rato pegando lingotazos a un vaso de ginebra.
-     Espectacularidades con la tónica. Ahora se ha puesto de moda en muchos bares, servir la tónica a presión, es decir, abriendo un pequeño agujero en la chapa de la botella y vaciar bruscamente. Esto queda muy bonito, pero a la tónica la dejas sin gas. Eso sí, si te gusta un gintonic sin gas….
Bueno, pese a esto que os he contado, también debo decir que el gintonic, como todo en la vida, es personal. Si te gusta un gintonic con zumo de limón y sin gas, por ejemplo, pues le pides y te le tomas, y si te sabe rico, pues repites y ya está, que nosotros tampoco estamos para decir a nadie como tiene que hacer las cosas.

domingo, 3 de julio de 2011

De tapas por Zamora

Zamora no se conquistó en una hora; pero a nosotros sí que nos conquistó en menos tiempo. El justo que se necesita para llegar desde el parking ubicado en la Plaza de la Marina Española hasta la calle Flores de San Torcuato, cercana a la calle Santa Clara, calle peatonal donde se encuentra todo el ambiente de Zamora.
Pues en esa callecita de Flores de San Torcuato, y alrededores, se encuentran los mejores bares de tapas de toda la capital; paso a enumerar unos pocos de los que me quedé con los nombres, pero hay muchos más: Bar Caballero, Bar Bambú, El Lobo, Tupinamba, Los Abuelos, El Maestro.........
Las tapas de estos bares son contundentes; no lo digo por lo generosas, que también, sino por las salsas que acompañan a las tapas, salsas fuertes, picantes, muy especiadas, con mucho condimento, pero riquísimas y que dotan a la tapa de un sabor especial. Aparte de que la materia prima de la tapa ya es de por sí fuerte: lengua, sesos, callos, jeta, oreja, riñones, etc.
Los precios es otra de las cosas que llaman la atención: muy ajustados, económicos; las raciones varían entre 3 y 5 euros.
Se recomienda pedir con las tapas cortos, ya sean de vino o de cerveza, más que nada por no llenar el buche antes de tiempo y te quedes sin probar alguna de las especialidades de los demás bares que te faltan por visitar. Y primero pedir la tapa, para probarla, y si gusta, pedir media ración; ya digo que son generosas.
Y sí, especialidades, porque aunque en todos se puede pedir cualquier tapa, siempre hay alguno que las elabora mejor.
Nuestro recorrido empezó en el Bar Caballero; aquí lo que hay que recomendar son dos tapas; las patatas, que las puedes pedir bravas o ali-oli, o mixtas; yo os aconsejo que las pidáis bravas, veréis por lo que digo de salsa fuerte y contundente. La otra tapa fue una recomendación de uno de los clientes asiduos de este bar; y de verdad que fue una gratísima sorpresa, porque ninguno de los 2 tragoncetes conocíamos que eso se pudiera comer: las crestas ( sí , las crestas de los gallos se comen, y están buenísimas).
De aquí pasamos al Bar Bambú; en éste no podéis dejar de probar otras 2 tapas: los tiberios ( mejillones en salsa picante de tomate ) y las perdices ( sardinas rebozadas, que las puedes pedir también con salsa ). Ni qué decir tiene que los nombres son originales y que las tapas están de órdago.
Luego fuimos al Bar El Lobo; aquí lo que hay que tomar son los pinchos morunos; cuando los pides, te preguntan:"¿que sí o que no?", se refieren a si los quieres o no picantes; no dudéis, pedid los 2.
Pasamos al Bar Tupinamba; aquí el plato protagonista son los callos, aunque los tiberios tampoco se quedan cortos.
Después de esto decidimos darnos un paseo por la calle Santa Clara hasta la Plaza Mayor, donde reposamos la comida y nos refrescamos con un gintonic.
Ya digo que nos dejamos muchos bares sin visitar y muchas tapas sin probar: la jeta, las cachuelas ( como el caldillo extremeño, especie de paté hecho con hígado y manteca de cerdo ), el bacalao, los chipirones en salsa, los calamares ( que también te los ponen con salsa brava ), etc.
Pero esto es sólo otra excusa para volver a Zamora.


lunes, 27 de junio de 2011

Típico Valle Del Jerte

Esta claro que España es muy bonita. Podemos decir muchos sitios por toda la geografía nacional que nos gusten. Y luego a todos nos tira más nuestra tierra a la hora de hablar de belleza. Pero creo que, la mayoría que lo conozca, estará conmigo en que la zona del Valle del Jerte es espectacular.
Un tragoncete y un tragaldabas decidimos, aprovechando que era la temporada de la recogida de la cereza, visitar esta zona y, ya de paso, comer en un restaurante que nos habían recomendado y que también salió en Un país para comérselo. Aquí está el video http://www.youtube.com/watch?v=balz52jc09o , a partir del minuto 7:30, donde nos explican el secreto de la trucha escabechada.
 Leyendo en los foros, nos enteramos que no podíamos perdernos la Garganta de los Infiernos, una zona cerca del nacimiento del río Jerte donde se producen unas cascadas y se forman unas piscinas naturales, donde incluso puedes bañarte, aunque hay que tener precauciones. Su acceso solo es posible andando, al menos para los turistas, y la ruta más corta para llegar allí, son 3 kilómetros de los cuales, el kilometro y medio primero son de subida bastante pronunciada, podemos decir que bastante dura para principiantes en senderismo como nosotros. Pero al no ser muy grande la distancia, se llega bien, sobre todo cuando el sendero empieza a ser más llano. Eso sí, llevaros una botellita de agua, no hagáis la que nosotros, sobre todo si el calor aprieta. Te das cuenta que el esfuerzo merece la pena en cuanto llegas allí, es un sitio precioso. Nosotros nos pegamos un bañito que nos supo a gloria, aunque sí os digo que el agua estaba bien fría y al principio cuesta meterse. La vuelta es más rápida, al ser cuesta bajo y lo hicimos en media hora. Nos tomamos dos jarras grandes de cerveza en la cafetería que está junto al Centro de Interpretación de la Naturaleza, que nos las habíamos ganado.
Habíamos hecho hambre y pagado la penitencia, por adelantado, de meternos una buena comilona, así que nos fuimos directamente al Restaurante Típico Valle del Jerte, en el pueblo de Jerte, junto a la Plaza Mayor de la localidad. Allí nos esperaban Carmen Estar, propietaria del local junto a su hijo Agustín, que también dirige la Bodega Sotorriza, situada en el mismo local y en donde pueden encontrarse más de 1.500 referencias de vinos y al mejor precio del mercado. El local combina perfectamente la construcción rústica, predominando la piedra y la madera, con una decoración moderna y de última generación, donde no falta el aire acondicionado para combatir el calor extremeño.
Lo primero que nos llama la atención es la manera de cantar la carta, y los platos fuera de carta de temporada, por parte de Agustín. Desde el principio nos damos cuenta que estamos tratando con un profesional que realmente disfruta su trabajo, así que nos ponemos en sus manos y decidimos que sea él quien nos traiga los platos que nos recomiende. Comemos unos entrantes de pastel de bacalao y revuelto de morcilla con piñones, además de 2 chupitos de gazpacho de cereza, muy fresquito y rico,  y de segundo plato, una trucha a la Jerteña y unas carriladas ibéricas en salsa de cereza. Lo regamos, por supuesto también siguiendo las recomendaciones de Agustín, con un vino tinto extremeño, un Nadir 2010 del que no dejamos ni una gota en la botella, debido a su gran sabor. Dejamos hueco para dos postres caseros, sabedores que son otra especialidad de la casa; una mousse de cereza y una Tarta de la Casa (de queso y cereza). Todo riquísimo, y después de tomar un par de cafés, otra agradable sorpresa al comprobar que también tiene variedad de ginebras y tónicas, por lo que rematamos con un gintonic de Gin Mare con Fentimans. Todo esto, por solo 70 euros, e incluso nos invitan a una segunda copa. Después, no dejamos desaprovechar la oportunidad de llevarnos unas botellitas de vino de la vinoteca, que previamente nos ha enseñado Agustín.
En definitiva, el Restaurante Típico Valle del Jerte hace honor a su nombre, que se convierte en la mejor definición que podemos ponerle. Lo mejor que podemos hacer, es ponernos en las manos de Carmen y Agustín y disfrutar de la gastronomía de la zona.

jueves, 9 de junio de 2011

Bar Manolo

Dicen que el dinero no está reñido con la felicidad (aunque tampoco molesta, bien es verdad). Si esa frase la tuviéramos que aplicar a alguno de nuestros sitios gastronómicos favoritos, quizá quien mejor la defina sea el Bar Manolo, en Guadarrama.
Guadarrama es un punto estratégico en nuestros viajes a Madrid. Ganó fama hace años por sus buenos restaurantes y, especialmente, diría que bares de raciones y cosas de pinchar. Siempre ha sido para nosotros una parada asidua en nuestras vueltas de la capital, en sitios como el Restaurante Sala, el Asador de Esther o el Alto del León. Seguro que próximamente haremos post con éstos restaurantes, pero primero vamos a empezar con el, para mí, mejor bar de Guadarrama.
El Bar Manolo está situado en la Calle Escoriales, número 7, en Guadarrama. Es fácil llegar; desde la autovía coges la salida Guadarrama-El Escorial hacia Guadarrama, todo de frente cruzas el campo de fútbol y la piscina cubierta hasta 50 metros antes de la rotonda donde nace la carretera de Madrid y Los Molinos, quedando el restaurante a mano izquierda. Si entras al pueblo por la antigua nacional (por el puerto), llegaras a la misma rotonda y deberás coger dirección El Escorial, aparcando en cuanto puedas.
El Bar Manolo es un restaurante de cocina tradicional, donde igual podemos comernos un buen menú, unas raciones o degustar la carta. Guarda un gran tesoro en su cocina: el mejor guiso de caracoles del mundo. Pese a ser una comida que da cierto “repelús” a quién no la ha probado, todos nuestros acompañantes han terminado ensalzando este plato. Para recomendarlos, de verdad. Nosotros casi siempre solemos comer (más, cenar) de raciones, normalmente a una por cabeza: mollejas de cordero al ajillo, callos a la madrileña, patatas fritas 4 salsas, gambas al ajillo, pinchos morunos…. Como veis, nada de mariconadas pijas de otros sitios; platos tradicionales con una excelente materia prima que mejora después de pasar por las manos y los fuegos de Manolo. Y si te quedas con hambre, tiene una estupenda carne roja a la brasa, que la sirve troceada, mejor para compartir. 
Trato muy familiar y buena atención, suelen invitar a un chupito siempre. Y, aunque no es lo mejor, porque si fuese caro también lo recomendaríamos, es un sitio muy económico, no tengáis miedo de pedir. Un ejemplo, nuestra última visita de 4 tragoncetes: 6 jarritas pequeñas de cerveza, 4 raciones (calamares, sepia, caracoles y patatas 4 salsas), pan, 2 postres caseros (también muy buenos) y 4 cafés, con un chupito de invitación para cada uno. Total: 48 euros, 12 por persona.  
Como decía el anuncio de una marca de pipas, creo que nadie debería irse de éste mundo sin haber probado los caracoles del Bar Manolo.
Por cierto, si veis a Manolo que va a echarse un cigarrito a la puerta del local, salir con él a charlar, es un tío muy cómico y seguro que pasáis un buen rato.

lunes, 30 de mayo de 2011

O´Clock


Llevamos un tiempo donde varios de nosotros nos hemos aficionado al Gin-tonic. Todo empezó por tomar un Beefeater con tónica después de comer, para ayudar a hacer la digestión. La verdad es que nos sabía bueno. Luego, poco a poco, fuimos conociendo el Larios 12 años el Bombay Sapphire, pero todavía no era algo excesiva nuestra afición. Más tarde, un amigo nos enseñó un botellín de tónica Fentimans, nos sorprendió mucho su sabor y aquí sí, empezamos a descubrir un mundo nuevo, cada vez más emergente, como es el de las mezclas de ginebras con tónicas.
Aunque acabamos de empezar en éste mundo y todavía nos queda aprender mucho para dárnoslas de entendidos, para quien no sepáis de que hablo, os puedo adelantar que han salido al mercado un sinfín de ginebras catalogadas como “Premium”, es decir, primeras marcas en su mayoría llegadas del extranjero. A éstas se suman, también, nuevas tónicas “Premium” que llevan a descubrir una innumerable cantidad de mezclas posibles, con sus sabores, cada una muy distinta a la anterior. Pero un buen Gin-tonic no está compuesto sólo de ginebra y tónica, sino que también hay que tener en cuenta la temperatura y el tipo de copa donde se sirve, el fruto que hace de aditivo e incluso la forma de servir los ingredientes en la copa. Por ejemplo, personalmente me gusta un Gin-tonic muy frío, en copa de balón lo más fina posible, con más bien poca ginebra (sobre todo si son ginebras fuertes, de más de 40 grados) y con la tónica servida muy despacito y bien mezclada. Luego, cada ginebra tiene su fruto, dependiendo de que esté hecha ésta (pepino, naranja, uva, fruta roja, pétalos de rosa y un largo etc.) aunque en todas suele echarse, también, bolas de enebro.
Bueno, os he contado todo esto, para que entendáis nuestra visita a la mejor coctelería  de Madrid. Se encuentra en la calle Juan Bravo, 25 y se llama O´Clock. Es un pub con un marcado aire británico. En su entrada, te da la bienvenida un aparcacoches muy elegante, con traje inglés y bombín. En la misma puerta suele estar aparcado un coche antiguo, típico inglés, decorado con la publicidad del local. Bajando unas escaleras, lo primero que encontramos, es lo que ellos anuncian como la terraza del local, aunque no es al aire libre. Yo lo llamaría, más bien, el amplio hall de entrada al local, donde se ha aprovechado para colocar unas mesas y, junto con la vegetación y la tranquilidad, convertirlo en un lugar muy agradable.

TERRAZA
A continuación, podemos abrir la puerta que nos dará entrada al local en sí. Una amplia barra y un gran salón, con una decoración con aire clásico y privilegiado, que es lo que siente uno nada más entrar en el local. Un impresionante mosaico de botellas diferentes en la barra, unos sorprendentes y agradables sillones “chester”, donde poder disfrutar de una buena compañía, y un buen numero de camareros repartidos por todo el local para que en ningún momento te falte de nada.

Más de 90 marcas de ginebras, junto a más de 20 tónicas distintas, permiten que en éste local, nunca termines de probar todas las mezclas posibles en un Gin-tonic. Ayuda la promoción que ha lanzado el local para los martes, pues puedes pedir la degustación de 4 mezclas distintas en formato mini por 15 euros. Recomendable. Si lo que quieres es un Gin-tonic normal (en tamaño me refiero), te sorprenderá la manera de preparar cada uno: enfriamiento de la copa con nitrógeno, extensa variedad de frutos aditivos para que cada ginebra vaya con el más adecuado, perfecta cantidad de cada uno de los ingredientes… y un sabor inmejorable. Y si prefieres algo distinto de verdad, tienes una carta de cócteles que incluye, desde los más clásicos como el Bloddy Mary o el Manhattan, hasta los más contemporáneos, tropicales, espumosos, e incluso los mejores combinados sin alcohol.  CARTA COMPLETA DE COCTELES
Lo de mejor del O´Clock no es ni el ambiente, ni el local, ni los cocteles o los Gin-tonics. Lo mejor de este local son los camareros: educados, profesionales y dispuestos a explicarte el significado y los ingredientes de todas las mezclas que se sirvan. Gente muy preparada que hace agradable la estancia a todos sus clientes.
Como os podréis imaginar, el O´Clock no es un local barato, aunque en mi opinión, tampoco es nada caro, teniendo en cuenta la calidad de los productos y el servicio que ofrecen. Los Gin-tonics cuestan entre los 10 y los 15 euros, un precio normal para la materia prima que gastan. Los cocteles están entre los 10 y 13 euros, un poquito más asequible y muy razonable dada la exclusividad de la degustación.

jueves, 26 de mayo de 2011

Venta del Obispo


Teníamos pendientes un post sobre la Venta del Obispo. Cuando hicimos el de la VENTA RASQUILLA, ya hicimos referencia a su vecina, prometiéndoos el comparar las 2 en cuanto fuese posible. Y ese día llegó.
 Aunque las dos ventas tienen muchas cosas en común, hay pequeñas diferencias que pueden hacer decantarnos por una u otra.
 Ambas ventas están, como ya dijimos, muy cerca la una de la otra, en la carretera que va desde Ávila hasta Talavera de la Reina, cruzando todo el Valle del Tiétar. Lo normal es, desde Ávila, coger ésta carretera hasta llegar al restaurante, pero nosotros hicimos una nueva ruta, un poco más larga (20 km extras), pero muy bonita y recomendable si no lleváis ninguna prisa y os gusta disfrutar de los bonitos paisajes y de la naturaleza. Desde Ávila, cogimos la carretera de El Barraco, donde nos sale en su entrada, la carretera que nos llevara a nuestro destino. Curiosamente, en el cartel informativo, no pone que esa carretera nos lleve a San Juan de la Nava (el primer pueblo que pasa), ni a Navalmoral (creo que es el pueblo más grande que cruza). Ni siquiera pone en el cartel de Obras Publicas, que esa carretera llega hasta Hoyocasero (último pueblo que visita antes de morir en el cruce con la N-502, la de Ávila – Talavera). Cuando lleguemos a El Barraco, después de subir el puerto de La Panamera, lo que nos encontraremos a su entrada es un cartel que pone: VENTA DEL OBISPO 47. Esto nos puede hacer una idea de la importancia de ésta venta en esa zona. Cogiendo ésta carretera, la AV- 905, cruzaremos los pueblos de San Juan de la Nava, Navalmoral (donde también nos han dicho que se come muy bien), San Juan del Molinillo, Navarredondilla, la garganta de Navalacruz (precioso), Navatalgordo, Navalosa y Hoyocasero, antes de llegar a la Venta del Obispo.
 Aunque tanto la Venta del Obispo, como la Venta Rasquilla, son las típicas ventas de carretera, aisladas y en edificios antiguos, hay que reconocer que la Venta del Obispo llama más la atención en éste aspecto. El local tiene más encanto. Ayuda conocer la historia que le da nombre al local, construido en el siglo XIV y restaurado en 1803 por el obispo Gómez de Salazar para dar cobijo a los andantes y, sobretodo, pastores de la trashumancia de la época. Los actuales dueños, son herederos de éste personaje.
 Pero vamos a lo importante, nuestra experiencia gastronómica. La primera diferencia respecto a la Venta Rasquilla, es que entre diario, de lunes a viernes, al menos en la época que nosotros lo visitamos, no abren el comedor para los comensales, sino que los sirven en las mesas junto a la barra o en la terraza, como fue nuestro caso. Pedimos lo mismo que habíamos comido en la Venta Rasquilla, es decir una ración de patatas revolconas, otra de migas del pastor y dos chuletones en su punto. El camarero nos avisa que es mucha comida, nos reímos, y le decimos que no hay problema. Lo regaremos esta vez con el vino de la casa, que nos asegura el camarero que es muy bueno. Nos llevan los primeros, el tiempo de espera es mínimo. Muy buenas las dos raciones, pero me gustó mas las de la Rasquilla, especialmente las revolconas. Cuando nos retiran los primeros, se acerca el cuñado del camarero, que nos cuenta que va a cargar, con su suegro, un camión de terneras, que ellos mismos se encargan de criar y llevarlas al matadero para tener carne para las próximas fechas. Quiero con esto decir que, el restaurante, más familiar, no puede ser. Mientras hablamos (y entretenemos), nos llevan los dos chuletones. Impresionante. Es el único adjetivo que se me ocurre. Calculo que sería más de 800 gramos de carne (mira un video para hacerte una idea). Una pasada. Eso sí, pronto nos daríamos cuenta de las desventajas de un chuletón tan grande, especialmente para partir la carne. Y es complicado darle el punto perfecto a una carne tan gorda, dejando la parte de fuera muy quemada y por dentro cruda. Aunque suene bien, es muy pesado de comer. Por eso, creo que la carne es magnífica y el aspecto impresiona, pero me agrado más una presentación más “pobre” como el chuletón de la Venta la Rasquilla. No pudimos tomar postre (ni siquiera capaces de acabar el chuletón), así que acabamos con un par de cafés y dos Hendricks con tónica (Nordic, otro delito). Total, 70 euros, igual que en su vecina en su día.
 Como resumen, diría que ambas ventas son sitios recomendables, muy económicos, con productos naturales (la carne) y trato muy familiar y cercano. Personalmente, a mi me gustó más la Venta Rasquilla, aunque lo mejor es que vosotros hagáis la prueba, visitéis ambas, y saquéis vuestras propias conclusiones.

jueves, 21 de abril de 2011

Pulpería Narcea (Santa Pola)

Suelo ir a Santa Pola de vacaciones. Siempre he tirado para esa zona de Alicante, antes fue Guardamar, San Juan o Los Arenales del Sol. Me gusta por la tranquilidad de sus playas, no suele haber el agobio de Benidorm, Torrevieja o, últimamente, Calpe, Gandía o Denia, pero hay de todo.
 Santa Pola es un pueblo más pesquero que turístico, muy conocido, también, por estar justo enfrente de la Isla de Tabarka. Cada día desde aquí parten numerosos barcos de turistas hacia la Isla, normalmente para pasar el día y volver al finalizar la jornada. Una de las maravillas de Santa Pola es su lonja, una de las mejores del litoral valenciano e incluso de España. Ésta podía ser una de las claves del éxito del restaurante que os vamos a presentar a continuación.
Es raro encontrar un restaurante asturiano en la zona de Alicante y mucho menos lo es de tan alta calidad. Pero existe, y se llama Restaurante Pulpería Narcea. Ubicado entre el puerto y la Playa Lisa (la más larga de todas), no muy alejado tampoco del centro de Santa Pola, en una de las mejores zonas de ésta localidad. Está un poquito escondido en la glorieta donde da comienzo la Avenida Vicente Blasco Ibáñez.
 Su carta es extensa y variada. Y todo bueno. Es increíble encontrar tanta variedad y que todo tenga una calidad tan alta. Puedes comer arroces cocinados de muchas maneras distintas, chorizo a la sidra, lacón a la gallega, paté casero, carne a la piedra, mariscos a la plancha, los más frescos pescados recién traídos de la lonja o, incluso, el cordero asado. Puedo dar fe que todo está riquísimo, aunque lo mejor merece mención aparte.
 Cuando vamos al Narcea, llevamos nuestro menú ya pensado, gracias a la experiencia de visitarlo a menudo. Normalmente son comidas familiares, entre 8 y 12 comensales, y todos lo tenemos claro. Ir al Narcea y no probar las fabes, es un delito que debería estar penado con la pena capital. Buenísimas, muy espesas, se sirven en una sartén alta y las puedes comer con tenedor, como si comieras callos, pero con un sabor a guiso asturiano que quita el hipo. Lo acompañamos con el pulpo a la gallega, bien cocido y acompañado de catxelos, esos trozos de patata cocida que le dan un sabor que le hace sentirte un privilegiado a quién lo prueba. No suele faltar tampoco el lacón a la gallega, muy bueno también. Detrás, un solomillo a la brasa o, en su defecto, unas cocochas de bacalao buenísimas. Siempre salimos contentos.
 ¿El precio?. Pues no es barato, pero la verdad es que la materia prima merece un esfuerzo. Es de esos sitios donde pegarte un homenaje de vez en cuando, así lo valoras más. Por cierto, el trato de los camareros es excelente y el dueño del Narcea hace una visita a todas las mesas cuando están acabando de comer.  Pequeños detalles, pero que gustan.