lunes, 27 de junio de 2011

Típico Valle Del Jerte

Esta claro que España es muy bonita. Podemos decir muchos sitios por toda la geografía nacional que nos gusten. Y luego a todos nos tira más nuestra tierra a la hora de hablar de belleza. Pero creo que, la mayoría que lo conozca, estará conmigo en que la zona del Valle del Jerte es espectacular.
Un tragoncete y un tragaldabas decidimos, aprovechando que era la temporada de la recogida de la cereza, visitar esta zona y, ya de paso, comer en un restaurante que nos habían recomendado y que también salió en Un país para comérselo. Aquí está el video http://www.youtube.com/watch?v=balz52jc09o , a partir del minuto 7:30, donde nos explican el secreto de la trucha escabechada.
 Leyendo en los foros, nos enteramos que no podíamos perdernos la Garganta de los Infiernos, una zona cerca del nacimiento del río Jerte donde se producen unas cascadas y se forman unas piscinas naturales, donde incluso puedes bañarte, aunque hay que tener precauciones. Su acceso solo es posible andando, al menos para los turistas, y la ruta más corta para llegar allí, son 3 kilómetros de los cuales, el kilometro y medio primero son de subida bastante pronunciada, podemos decir que bastante dura para principiantes en senderismo como nosotros. Pero al no ser muy grande la distancia, se llega bien, sobre todo cuando el sendero empieza a ser más llano. Eso sí, llevaros una botellita de agua, no hagáis la que nosotros, sobre todo si el calor aprieta. Te das cuenta que el esfuerzo merece la pena en cuanto llegas allí, es un sitio precioso. Nosotros nos pegamos un bañito que nos supo a gloria, aunque sí os digo que el agua estaba bien fría y al principio cuesta meterse. La vuelta es más rápida, al ser cuesta bajo y lo hicimos en media hora. Nos tomamos dos jarras grandes de cerveza en la cafetería que está junto al Centro de Interpretación de la Naturaleza, que nos las habíamos ganado.
Habíamos hecho hambre y pagado la penitencia, por adelantado, de meternos una buena comilona, así que nos fuimos directamente al Restaurante Típico Valle del Jerte, en el pueblo de Jerte, junto a la Plaza Mayor de la localidad. Allí nos esperaban Carmen Estar, propietaria del local junto a su hijo Agustín, que también dirige la Bodega Sotorriza, situada en el mismo local y en donde pueden encontrarse más de 1.500 referencias de vinos y al mejor precio del mercado. El local combina perfectamente la construcción rústica, predominando la piedra y la madera, con una decoración moderna y de última generación, donde no falta el aire acondicionado para combatir el calor extremeño.
Lo primero que nos llama la atención es la manera de cantar la carta, y los platos fuera de carta de temporada, por parte de Agustín. Desde el principio nos damos cuenta que estamos tratando con un profesional que realmente disfruta su trabajo, así que nos ponemos en sus manos y decidimos que sea él quien nos traiga los platos que nos recomiende. Comemos unos entrantes de pastel de bacalao y revuelto de morcilla con piñones, además de 2 chupitos de gazpacho de cereza, muy fresquito y rico,  y de segundo plato, una trucha a la Jerteña y unas carriladas ibéricas en salsa de cereza. Lo regamos, por supuesto también siguiendo las recomendaciones de Agustín, con un vino tinto extremeño, un Nadir 2010 del que no dejamos ni una gota en la botella, debido a su gran sabor. Dejamos hueco para dos postres caseros, sabedores que son otra especialidad de la casa; una mousse de cereza y una Tarta de la Casa (de queso y cereza). Todo riquísimo, y después de tomar un par de cafés, otra agradable sorpresa al comprobar que también tiene variedad de ginebras y tónicas, por lo que rematamos con un gintonic de Gin Mare con Fentimans. Todo esto, por solo 70 euros, e incluso nos invitan a una segunda copa. Después, no dejamos desaprovechar la oportunidad de llevarnos unas botellitas de vino de la vinoteca, que previamente nos ha enseñado Agustín.
En definitiva, el Restaurante Típico Valle del Jerte hace honor a su nombre, que se convierte en la mejor definición que podemos ponerle. Lo mejor que podemos hacer, es ponernos en las manos de Carmen y Agustín y disfrutar de la gastronomía de la zona.

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