viernes, 22 de julio de 2011

Mesón El Arriero

Diréis que os hablamos poco de los restaurantes segovianos, ciudad mundialmente famosa por el cochinillo, y que incluso tiene un gran turismo gastronómico de fin de semana o de un día. La razón, es que los restaurantes Cándido, Duque o Jose María, por ejemplo, creo que los conoce todo el mundo y sus platos más típicos son de sobra conocidos. Aun así, tendremos tiempo más adelante de hacer un post sobre ellos, especialmente uno del Jose María, para mí el mejor restaurante de Segovia.
Hoy, de momento, os vamos a presentar el Mesón El Arriero, un sitio especialmente recomendado para estos tiempos de crisis económica, donde podremos comer bien a un precio muy ajustado.
El Mesón El Arriero está situado en la C/ Arévalo, 10 de Segovia. Para que lo entendáis, es la carretera que va desde La Fuencisla hasta la carretera de Arévalo, donde se cruzan a la altura del polígono de Valverde. Está, yendo desde Segovia, un poco antes de la Venta de San Pedro Abantos, que seguro conocéis o habéis oído hablar de ella.
No es facil encontrarle, ya que el Mesón El Arriero parece más una casa particular que un restaurante. Es una especie de chalet situado en la misma carretera. No es lo único llamativo del local; el aparcamiento se encuentra en un patio dentro del recinto, junto a varias cuadras antiguas, cada una destinada a una función: en 1 hay gallinas, en otra leña e incluso, en otra más grande se encuentran los aseos del restaurante, independientes del local principal. Entre los aseos y el restaurante, se encuentra situada la terraza, de gran capacidad y muy concurrida en las noches de verano. Desde ésta, tenemos un acceso a la barra, pasando antes junto a la cocina. El acceso, en teoría principal, que conecta la calle directamente con el bar, es menos utilizado, debido a la situación geográfica del aparcamiento. Estamos ya en el interior, donde predomina la decoración antigua, con varios trillos e instrumentos de labranza antiguos en las paredes, tanto en la barra del bar como en el comedor, que calculo será de unos 55 comensales. Las mesas y sillas son también antiguas, entenderéis porqué El Arriero es conocido entre nosotros como “el bar de Cuéntame”, debido a la serie protagonizada por Imanol Arias. Otra curiosidad que nos llamará la atención en la barra, son los grandes jamones que cuelgan sobre ésta, de unos 40 o 50 Kg (no exagero). Como veis, es un sitio con un encanto muy personal.
Si clásico es el local, más clásico aún es su carta. No valláis buscando en El Arriero platos de última generación, esos donde se mezclan tanto los sabores hasta quedarte sin ellos. Aquí se lleva “la cocina de la abuela”, platos como la tortilla de patata, la morcilla, el queso en aceite, las croquetas o la ensalada de verdel, con productos muy naturales. Todo está buenísimo y las raciones son muy generosas. Pero lo mejor y más típico de El Arriero es el cochifrito, el cochinillo frito en vez de asado, que en muy poquitos sitios saben darle su punto al cocinarlo, pues normalmente suele quedarse seco y con la corteza correosa. No es el caso de aquí. Quizá el mejor cochifrito que haya probado en mi vida, será el de Casa Patas, junto al Puente Adaja de Ávila (ya está cerrado, pues sus dueños se jubilaron). El de El Arriero no llega al de Casa Patas, pero se le aproxima mucho. Y la ración es muy generosa, como todas.
 Nuestra última visita la saldamos (2 personas):
-          1 Ración de rabas de calamares
-          1 Ración de morcilla
-          2 Raciones de cochifrito
-          2 Tartas de Whisky
-          2 Cafés
-          2 Gintonic de Tanqueray
-          Con vino y casera de la casa y pan.
-          Precio total: 35 euros
Como veis, es un sitio donde comer bien y gastarse poco dinero. Y, si te gusta el cochifrito, éste es tu sitio.  

jueves, 14 de julio de 2011

Restaurante El Cocedero

Cuando hablamos de Ávila, gastronómicamente, en seguida nos viene a la cabeza las patatas revolconas, los judiones de El Barco o la chuleta de ternera avileña. Esta claro que es lo más típico y, realmente, todo lo anunciado anteriormente es muy bueno por esas tierra.
Pero si queremos comer buen marisco, también lo podemos hacer, aunque parezca mentira. Y lo podemos hacer en el Restaurante Cocedero.
El Restaurante Cocedero se encuentra en la carretera de Burgohondo, a la salida de Ávila, pasada la rotonda de la Plaza de Toros y la Seat y antes de llegar a la ITV. Está un poquito escondido, por lo que es mejor ir despacio, tras pasar El Soto, para no pasárnoslo.
El local está aislado de otros edificios y tiene un gran parking privado para aparcar el coche. Lo primero que destaca cuando nos adentramos en el local, es un amplio acuario donde suele haber un par de buenos bogavantes, vivos claro. La barra es la típica de aluminio, en una zona que podíamos decir que no es ni grande ni pequeño, calculo una capacidad para unas 35 personas, aunque creo recordar que no tiene ninguna mesa, por lo que tomemos, deberemos hacerlo en la barra. También tiene 3 comedores, no muy grandes cada uno, aunque sumando los 3 hacen una buena capacidad. Y ahora, en época de verano, también tienen una muy concurrida terraza.
Aunque tiene una carta variada, donde también se encuentran los platos típicos que hemos anunciado antes, prácticamente todo quien lo visita, es para probar alguna de sus numerosas especies de marisco. Se puede hacer de dos maneras: con pequeños aperitivos en la barra o con una buena mariscada en uno de sus comedores.
 Si nos quedamos en la barra, con cada consumición podremos probar un aperitivo de cangrejos, camarones, quisquillas, mejillón y una especie de caracoles muy chiquititos que no recuerdo como se llaman. También podremos pedir raciones; de gambas, gambones, navajas, ostras, cigalas, almejas, percebes… todo de muy buena calidad.
 Si te decides a entrar al comedor, aparte de todas las raciones que hemos nombrado para la barra, puedes pedir una mariscada para dos personas: fría o cocida (80 euros) o a la plancha (70 euros). Como a mí, personalmente, no me llama mucho la atención el marisco frio, siempre nos hemos decidido por la mariscada caliente, que contiene: 4 carabineros ( 2 por persona), 4 cigalas (2), 12 gambas blancas (6), 10 gambones rojos (5), 8 langostinos (4), y 6 navajas (3). Lo suficiente para hartarte de marisco, todo fresco y de primer nivel.  Otra cosa que llama la atención y que nos puede ayudar a comer más variado, es que sirven medias raciones de toda clase, cosa que en muy pocos sitios he visto cuando se trata de pulpo, gambas, navajas…
Nuestra última experiencia fue: mariscada a la plancha para 2 personas, ½ ración de pulpo a la gallega, ½ ración de chupitos, 1 botella de albariño, 2 tartas heladas y 2 cafés, más 2 cervezas que tomamos en la barra. Nos invitaron a un chupito. Total: 112 euros. Creo que un precio razonable, ni caro ni barato, ya que como podéis apreciar, nos pusimos bien.
Pues ya sabéis, en Ávila hay muy buenas revolconas, chuletones, judías, yemas, hornazos, callos…. Pero también hay buen marisco si surge un antojo cualquier día.

lunes, 11 de julio de 2011

Carta de Gintonic en Bar Carolina

Creo que ya hemos dejado claro en varias ocasiones en ésta página, que sentimos una especial adicción por el combinado de ginebra con tónica.
También se ha convertido en una moda seguida por cada vez más gente, y cada vez son más los bares y coctelerías que disponen de una amplia variedad de estas mezclas. Incluso en las ciudades más grandes, ya es muy normal que los locales más actuales dispongan de una carta de gintonic o, incluso, de una barra expresamente dedicada a estos combinados.
En Segovia y Ávila no conocíamos ningún sitio donde tomar un buen gintonic, hasta que el Bar Carolina, de Villacastín, ha decidido convertirse en el pionero en elaborar su carta de gintonic. En ella se encuentra una buena variedad de las mejores ginebras con 3 tónicas distintas a elegir. Y lo mejor, con un precio muy, muy económico, comparado con otros sitios.

Aquí os mostramos la carta:


Cómo hacer un buen gintonic:
-     Copa grande de balón, para que la superficie de la copa no esté en contacto con el lugar donde se reposa y pueda coger temperatura.
-     Abundante hielo, cuanto más grande y duras sean las piezas mejor, para que no “agüe” el combinado. El hielo de gasolinera sería muy recomendable. Enfriar antes la copa, dando vueltas con un hielo, también.
-     Aditivo frutal. Cada ginebra  lleva un aditivo frutal, dependiendo de con qué esté hecha ésta. Eso sí, todas aceptan dos de los ingredientes básicos: bolitas de enebro y un cítrico como la lima.
-     Justa cantidad de ginebra. Es un combinado donde se debe apreciar el sabor de la ginebra y la tónica. No por echar más ginebra, sabrá mejor. Los expertos hablan de una proporción 1 a 4 respecto a la tónica, es decir 5 cl. (un vaso de chupito) de ginebra por cada tónica de 20 cl. También se suele calcular contando 1001, 1002 y 1003 al echar la ginebra.
-     Mezclar la tónica. Para ello, lo mejor es usar una cucharilla trenzada (mezcladora)  y verter sobre ella, suavemente para no perder el carbónico, la tónica. Si no tenemos cucharilla mezcladora, simplemente servimos la tónica muy despacito y a pequeña distancia de la copa. No debemos agitar o remover la mezcla una vez hecha, es mejor esperar unos 30 segundos a que ella sola se mezcle.
Cómo NO hacer un buen gintonic:
-     Vaso ancho o de tubo. Muy indicados para otros combinados, pero no para éste.
-     Tónica caliente. En pocos segundos nuestro gintonic se habrá convertido en abundante agua con ligero sabor a ginebra.
-     Aditivo frutal. Nada de rodaja de limón y mucho menos, jugo de éste. El acido del limón reacciona con el carbónico de la tónica, dejando a ésta sin gas. Por ello, se debe cortar solo la piel, aunque si es de lima, mejor. Hacer experimentos con pepinos, uvas o pétalos de rosa, tampoco es recomendable si no se está muy seguro de lo que se hace.
-     Mucha ginebra. Si se quiere “amortizar” el precio añadiendo más ginebra de la necesaria, posiblemente lo único que nos pase es que pasemos un mal rato pegando lingotazos a un vaso de ginebra.
-     Espectacularidades con la tónica. Ahora se ha puesto de moda en muchos bares, servir la tónica a presión, es decir, abriendo un pequeño agujero en la chapa de la botella y vaciar bruscamente. Esto queda muy bonito, pero a la tónica la dejas sin gas. Eso sí, si te gusta un gintonic sin gas….
Bueno, pese a esto que os he contado, también debo decir que el gintonic, como todo en la vida, es personal. Si te gusta un gintonic con zumo de limón y sin gas, por ejemplo, pues le pides y te le tomas, y si te sabe rico, pues repites y ya está, que nosotros tampoco estamos para decir a nadie como tiene que hacer las cosas.

domingo, 3 de julio de 2011

De tapas por Zamora

Zamora no se conquistó en una hora; pero a nosotros sí que nos conquistó en menos tiempo. El justo que se necesita para llegar desde el parking ubicado en la Plaza de la Marina Española hasta la calle Flores de San Torcuato, cercana a la calle Santa Clara, calle peatonal donde se encuentra todo el ambiente de Zamora.
Pues en esa callecita de Flores de San Torcuato, y alrededores, se encuentran los mejores bares de tapas de toda la capital; paso a enumerar unos pocos de los que me quedé con los nombres, pero hay muchos más: Bar Caballero, Bar Bambú, El Lobo, Tupinamba, Los Abuelos, El Maestro.........
Las tapas de estos bares son contundentes; no lo digo por lo generosas, que también, sino por las salsas que acompañan a las tapas, salsas fuertes, picantes, muy especiadas, con mucho condimento, pero riquísimas y que dotan a la tapa de un sabor especial. Aparte de que la materia prima de la tapa ya es de por sí fuerte: lengua, sesos, callos, jeta, oreja, riñones, etc.
Los precios es otra de las cosas que llaman la atención: muy ajustados, económicos; las raciones varían entre 3 y 5 euros.
Se recomienda pedir con las tapas cortos, ya sean de vino o de cerveza, más que nada por no llenar el buche antes de tiempo y te quedes sin probar alguna de las especialidades de los demás bares que te faltan por visitar. Y primero pedir la tapa, para probarla, y si gusta, pedir media ración; ya digo que son generosas.
Y sí, especialidades, porque aunque en todos se puede pedir cualquier tapa, siempre hay alguno que las elabora mejor.
Nuestro recorrido empezó en el Bar Caballero; aquí lo que hay que recomendar son dos tapas; las patatas, que las puedes pedir bravas o ali-oli, o mixtas; yo os aconsejo que las pidáis bravas, veréis por lo que digo de salsa fuerte y contundente. La otra tapa fue una recomendación de uno de los clientes asiduos de este bar; y de verdad que fue una gratísima sorpresa, porque ninguno de los 2 tragoncetes conocíamos que eso se pudiera comer: las crestas ( sí , las crestas de los gallos se comen, y están buenísimas).
De aquí pasamos al Bar Bambú; en éste no podéis dejar de probar otras 2 tapas: los tiberios ( mejillones en salsa picante de tomate ) y las perdices ( sardinas rebozadas, que las puedes pedir también con salsa ). Ni qué decir tiene que los nombres son originales y que las tapas están de órdago.
Luego fuimos al Bar El Lobo; aquí lo que hay que tomar son los pinchos morunos; cuando los pides, te preguntan:"¿que sí o que no?", se refieren a si los quieres o no picantes; no dudéis, pedid los 2.
Pasamos al Bar Tupinamba; aquí el plato protagonista son los callos, aunque los tiberios tampoco se quedan cortos.
Después de esto decidimos darnos un paseo por la calle Santa Clara hasta la Plaza Mayor, donde reposamos la comida y nos refrescamos con un gintonic.
Ya digo que nos dejamos muchos bares sin visitar y muchas tapas sin probar: la jeta, las cachuelas ( como el caldillo extremeño, especie de paté hecho con hígado y manteca de cerdo ), el bacalao, los chipirones en salsa, los calamares ( que también te los ponen con salsa brava ), etc.
Pero esto es sólo otra excusa para volver a Zamora.