viernes, 21 de octubre de 2011

RESTAURANTE LA POSTAL

Ya hemos comentado otras veces que en Segovia hay muchos sitios buenos donde comer. Hoy os vamos a presentar otro sitio que cada vez está cogiendo más fama: el restaurante La Postal, en Zamarramala.
Zamarramala, conocida por sus fiestas de las Aguedas, es un barrio de Segovia que podríamos dividir en dos partes: la parte baja, pegada al barrio de San Lorenzo y donde también está el Restaurante San Marcos, famoso en Segovia por sus mariscadas; y la parte alta, situada arriba de un cerrete, razón de uno de los secretos de este restaurante: sus vistas. Porque el Restaurante La Postal debe su nombre a que desde allí, tienes una magnifica vista de la ciudad de Segovia.
Pero como las vistas no engordan, la razón de hacer un post sobre él es su comida. Ésta se sale un poco de lo normal en Segovia, que es una cocina muy tradicional, con sus judiones de La Granja, sus embutidos de Cantimpalos y el cochinillo o el lechazo asado con su Marca de Garantía de Calidad. Vamos, la típica comida que nos gusta a nosotros. Pero La Postal es un poco de otra forma, tampoco exageradamente, pero os lo voy a intentar explicar.
Nuestra última visita fuimos 3 personas. Pedimos 3 entrantes para picar y 1 segundo plato para cada uno. Para regarlo, una botella de vino Emilio Moro 2007. De primero fue una “Sinfonía gratinada de setas y boletus edulis con ligera alioli de miel”, una de “Pulpo braseado Costa da Morte” y unos “Medallones de micuid con reducción de Pedro Ximenez, compota de manzana y cebolla caramelizada”. Parecen los típicos nombres donde te pierdes y no sabes lo que has pedido, para que luego te traigan un canapé de no sé qué. Pero no, aquí son raciones grandes y buenas, sobre todo con una muy buena materia prima. Vayamos por partes: la sinfonía de setas fue lo que menos nos gusto, pero estaba buena, aunque las setas no eran de temporada y el sabor del alioli es demasiado protagonista. El pulpo estaba muy bueno. Tres tentáculos de pulpo enteros, que parece te los vas a comer de un bocado cada uno, pero luego cunden bastante; el pulpo braseado es más duro que el cocido, pero a la vez más sabroso, acompañado de un poco sal gorda, pimentón y ajo. Y lo que más nos gusto de todo, fue el foie (micuid), en salsa de PX caliente, no dejamos de pringar pan tostado con él, muy rico, si vais no dejéis de pedirlo. De segundo pedimos un “Entrecotte de buey de Galicia con crema de mostaza” y dos de “Tournedo de solomillo con cesta de salsa de quesos y setas con tallarines de colores”. Os lo pongo entrecomillado para que sepáis donde empieza y dónde acaba el nombre del plato, harto complicado. Pero vamos, lo primero es un entrecot de buey a la plancha y te ponen una salsa de mostaza aparte. Esto es lo bueno, que las salsas van aparte, por si no te gustan te lo comes solo y ya está. Aquí la salsa mata demasiado el sabor de la carne, que es de primera calidad. Con el solomillo, en cambio, la mezcla de sabores es muy rica, sobre todo si coges un trocito de la bolsa de hojaldre donde va la salsa. Los tallarines importan menos, pero un trozo de carne con hojaldre y salsa de queso esta riquísimo. Yo creo que aquí la clave es usar una buena materia prima en todos sus platos.
 Cerramos con 2 postres de helado, 3 cafés (invitación de la casa) y 3 gintonic con ginebra Master´s (que no conocíamos) y tónica Kas blue. Mientras lo degustamos, comentamos también la limpieza de toda la vajilla y cubertería, parece nuevo a estrenar. Se agradece.
 La cuenta nos sube a 170 euros, 57 por cabeza.
 Por tanto, aquí tenéis un restaurante en Segovia donde podréis saliros de los judiones y el cochinillo, comer bien y disfrutar de una postal de la ciudad en vivo.

martes, 11 de octubre de 2011

RESTAURANTE EL RISCAL

No es oro todo lo que reluce. Ni hay bellotas para alimentar todos los cochinos que luego nos venden como jamón ibérico. Tampoco hay bueyes para dar todo lo que en muchos restaurantes nos dan como carne de buey. En su mayoría, los chuletones de buey son de vaca vieja. Están buenos, pero no es buey.
 Hay 2 restaurantes famosos en España por dar autentica carne de buey. Uno está en la provincia de León y pronto haremos un post sobre él. El otro está en Carbonero el Mayor (Segovia) y os contaremos aquí nuestra experiencia.
 Como digo, ambos restaurantes son famosos y han sido protagonistas de varios reportajes en televisión. Aquí podéis ver los de El Riscal: REPORTAJE TVE 1 REPORTAJE TELEMADRID
 Nuestra última visita a El Riscal, se produjo en las fiestas patronales de Carbonero el Mayor. Para mí, junto a las de Villacastín, Nava de la Asunción, Cuellar y Turegano, las mejores de Segovia, con un vermut impresionante, lleno de charangas. Otros años habíamos ido en fin de semana, al encierro de las 8 y nos habíamos quedado a almorzar y luego al vermut. Ésta vez, fuimos entre diario, el encierro era a las 12, por lo que tomamos unas cañitas después y luego comimos. Estábamos entre Los Mellizos (otro restaurante que se merece un post en éste blog, que ya haremos) y El Riscal, por el que finalmente nos decidimos.
 El Riscal es un restaurante moderno, en continua expansión y reforma. Tiene una amplia barra, con muchas mesas y toneles donde estar cómodo mientras saboreas sus sabrosos pinchos o ves un partido de futbol en una de sus grandes pantallas. El servicio de camareros es atento y los precios son económicos (1,20 la caña de cerveza). Trabaja muy bien la barra, tanto en desayunos, vermús, partidas de cartas o eventos deportivos televisados.

 Tiene 3 amplios comedores, el primero suele ser para comidas de menú del día, el segundo es el más amplio y el tercero es de nueva creación, en la última reforma, con una gran bóveda de madera y un ambiente agradable. En éste estuvimos nosotros. Para llegar, cruzamos por completo el segundo comedor, donde ya se veía que todo el mundo estaba comiendo lo mismo, lo típico de éste restaurante, CABU A LA TEJA. El nombre lo recibe la carne de buey con denominación de origen y con unos controles de calidad que certifican su autenticidad de bueyes de trabajo españoles de más de 8 años.
 Aunque somos 2, nos sientan en una mesa donde 4 comensales estarían a gusto. La comanda la coge Jesús, uno de los dueños y que se ofrece para todo lo que necesitemos. El otro dueño, Javier, está encargado más de la ganadería. Pedimos una ración de gambas a la plancha y 2 raciones de CABU a la teja, más una pequeña ensalada. Jesús nos recomienda unos mejillones al vapor, le hacemos caso y los pedimos también. Para mojarlo, un Jaros de D.O. Ribera del Duero Crianza. Las gambas eran buenas, aunque algo escasas. Los mejillones muy ricos y grandes. El vino, excelente. Y llega el plato fuerte: el buey se sirve crudo en sal gorda, con el plato de barro a gran temperatura para hacerlo al gusto, aunque se recomienda vuelta y vuelta porque son filetes muy finos. La cantidad no es demasiada, 4 filetes del tamaño de un cuarto de folio por ración, aunque te ponen un plato de patatas fritas incluido en el precio. El sabor es suave y con poca grasa, en contra de lo que podíamos pensar, fácil de cortar y de comer. . Acabamos con dos postres: 1 helado casero muy rico y unas trufas blancas aún mejores. Después, 2 cafés (invitación de la casa) y 2 gintonics, para no perder las tradiciones. La cuenta subió a 140 euros (70 por barba).
 Nos quedamos un poco con distintas sensaciones. Por un lado, se ve que todo lo que comes es bueno, pero por otro lado, nos defraudo un poco el buey, que era a lo que íbamos. Sí, estaba buena, pero yo me como mejor un filete (no muy gordo, pero tampoco tan fino) de ese buey a la brasa y me sabe tan rico. También es verdad que no soy muy fan de la teja de barro caliente, me parece que cuece la carne en vez de freírla, aunque hay mucha gente que le gusta.
 De todas formas, como siempre digo, os dejamos nuestra experiencia, pero lo mejor es que vayáis vosotros y tengáis la vuestra propia.