lunes, 30 de mayo de 2011

O´Clock


Llevamos un tiempo donde varios de nosotros nos hemos aficionado al Gin-tonic. Todo empezó por tomar un Beefeater con tónica después de comer, para ayudar a hacer la digestión. La verdad es que nos sabía bueno. Luego, poco a poco, fuimos conociendo el Larios 12 años el Bombay Sapphire, pero todavía no era algo excesiva nuestra afición. Más tarde, un amigo nos enseñó un botellín de tónica Fentimans, nos sorprendió mucho su sabor y aquí sí, empezamos a descubrir un mundo nuevo, cada vez más emergente, como es el de las mezclas de ginebras con tónicas.
Aunque acabamos de empezar en éste mundo y todavía nos queda aprender mucho para dárnoslas de entendidos, para quien no sepáis de que hablo, os puedo adelantar que han salido al mercado un sinfín de ginebras catalogadas como “Premium”, es decir, primeras marcas en su mayoría llegadas del extranjero. A éstas se suman, también, nuevas tónicas “Premium” que llevan a descubrir una innumerable cantidad de mezclas posibles, con sus sabores, cada una muy distinta a la anterior. Pero un buen Gin-tonic no está compuesto sólo de ginebra y tónica, sino que también hay que tener en cuenta la temperatura y el tipo de copa donde se sirve, el fruto que hace de aditivo e incluso la forma de servir los ingredientes en la copa. Por ejemplo, personalmente me gusta un Gin-tonic muy frío, en copa de balón lo más fina posible, con más bien poca ginebra (sobre todo si son ginebras fuertes, de más de 40 grados) y con la tónica servida muy despacito y bien mezclada. Luego, cada ginebra tiene su fruto, dependiendo de que esté hecha ésta (pepino, naranja, uva, fruta roja, pétalos de rosa y un largo etc.) aunque en todas suele echarse, también, bolas de enebro.
Bueno, os he contado todo esto, para que entendáis nuestra visita a la mejor coctelería  de Madrid. Se encuentra en la calle Juan Bravo, 25 y se llama O´Clock. Es un pub con un marcado aire británico. En su entrada, te da la bienvenida un aparcacoches muy elegante, con traje inglés y bombín. En la misma puerta suele estar aparcado un coche antiguo, típico inglés, decorado con la publicidad del local. Bajando unas escaleras, lo primero que encontramos, es lo que ellos anuncian como la terraza del local, aunque no es al aire libre. Yo lo llamaría, más bien, el amplio hall de entrada al local, donde se ha aprovechado para colocar unas mesas y, junto con la vegetación y la tranquilidad, convertirlo en un lugar muy agradable.

TERRAZA
A continuación, podemos abrir la puerta que nos dará entrada al local en sí. Una amplia barra y un gran salón, con una decoración con aire clásico y privilegiado, que es lo que siente uno nada más entrar en el local. Un impresionante mosaico de botellas diferentes en la barra, unos sorprendentes y agradables sillones “chester”, donde poder disfrutar de una buena compañía, y un buen numero de camareros repartidos por todo el local para que en ningún momento te falte de nada.

Más de 90 marcas de ginebras, junto a más de 20 tónicas distintas, permiten que en éste local, nunca termines de probar todas las mezclas posibles en un Gin-tonic. Ayuda la promoción que ha lanzado el local para los martes, pues puedes pedir la degustación de 4 mezclas distintas en formato mini por 15 euros. Recomendable. Si lo que quieres es un Gin-tonic normal (en tamaño me refiero), te sorprenderá la manera de preparar cada uno: enfriamiento de la copa con nitrógeno, extensa variedad de frutos aditivos para que cada ginebra vaya con el más adecuado, perfecta cantidad de cada uno de los ingredientes… y un sabor inmejorable. Y si prefieres algo distinto de verdad, tienes una carta de cócteles que incluye, desde los más clásicos como el Bloddy Mary o el Manhattan, hasta los más contemporáneos, tropicales, espumosos, e incluso los mejores combinados sin alcohol.  CARTA COMPLETA DE COCTELES
Lo de mejor del O´Clock no es ni el ambiente, ni el local, ni los cocteles o los Gin-tonics. Lo mejor de este local son los camareros: educados, profesionales y dispuestos a explicarte el significado y los ingredientes de todas las mezclas que se sirvan. Gente muy preparada que hace agradable la estancia a todos sus clientes.
Como os podréis imaginar, el O´Clock no es un local barato, aunque en mi opinión, tampoco es nada caro, teniendo en cuenta la calidad de los productos y el servicio que ofrecen. Los Gin-tonics cuestan entre los 10 y los 15 euros, un precio normal para la materia prima que gastan. Los cocteles están entre los 10 y 13 euros, un poquito más asequible y muy razonable dada la exclusividad de la degustación.

jueves, 26 de mayo de 2011

Venta del Obispo


Teníamos pendientes un post sobre la Venta del Obispo. Cuando hicimos el de la VENTA RASQUILLA, ya hicimos referencia a su vecina, prometiéndoos el comparar las 2 en cuanto fuese posible. Y ese día llegó.
 Aunque las dos ventas tienen muchas cosas en común, hay pequeñas diferencias que pueden hacer decantarnos por una u otra.
 Ambas ventas están, como ya dijimos, muy cerca la una de la otra, en la carretera que va desde Ávila hasta Talavera de la Reina, cruzando todo el Valle del Tiétar. Lo normal es, desde Ávila, coger ésta carretera hasta llegar al restaurante, pero nosotros hicimos una nueva ruta, un poco más larga (20 km extras), pero muy bonita y recomendable si no lleváis ninguna prisa y os gusta disfrutar de los bonitos paisajes y de la naturaleza. Desde Ávila, cogimos la carretera de El Barraco, donde nos sale en su entrada, la carretera que nos llevara a nuestro destino. Curiosamente, en el cartel informativo, no pone que esa carretera nos lleve a San Juan de la Nava (el primer pueblo que pasa), ni a Navalmoral (creo que es el pueblo más grande que cruza). Ni siquiera pone en el cartel de Obras Publicas, que esa carretera llega hasta Hoyocasero (último pueblo que visita antes de morir en el cruce con la N-502, la de Ávila – Talavera). Cuando lleguemos a El Barraco, después de subir el puerto de La Panamera, lo que nos encontraremos a su entrada es un cartel que pone: VENTA DEL OBISPO 47. Esto nos puede hacer una idea de la importancia de ésta venta en esa zona. Cogiendo ésta carretera, la AV- 905, cruzaremos los pueblos de San Juan de la Nava, Navalmoral (donde también nos han dicho que se come muy bien), San Juan del Molinillo, Navarredondilla, la garganta de Navalacruz (precioso), Navatalgordo, Navalosa y Hoyocasero, antes de llegar a la Venta del Obispo.
 Aunque tanto la Venta del Obispo, como la Venta Rasquilla, son las típicas ventas de carretera, aisladas y en edificios antiguos, hay que reconocer que la Venta del Obispo llama más la atención en éste aspecto. El local tiene más encanto. Ayuda conocer la historia que le da nombre al local, construido en el siglo XIV y restaurado en 1803 por el obispo Gómez de Salazar para dar cobijo a los andantes y, sobretodo, pastores de la trashumancia de la época. Los actuales dueños, son herederos de éste personaje.
 Pero vamos a lo importante, nuestra experiencia gastronómica. La primera diferencia respecto a la Venta Rasquilla, es que entre diario, de lunes a viernes, al menos en la época que nosotros lo visitamos, no abren el comedor para los comensales, sino que los sirven en las mesas junto a la barra o en la terraza, como fue nuestro caso. Pedimos lo mismo que habíamos comido en la Venta Rasquilla, es decir una ración de patatas revolconas, otra de migas del pastor y dos chuletones en su punto. El camarero nos avisa que es mucha comida, nos reímos, y le decimos que no hay problema. Lo regaremos esta vez con el vino de la casa, que nos asegura el camarero que es muy bueno. Nos llevan los primeros, el tiempo de espera es mínimo. Muy buenas las dos raciones, pero me gustó mas las de la Rasquilla, especialmente las revolconas. Cuando nos retiran los primeros, se acerca el cuñado del camarero, que nos cuenta que va a cargar, con su suegro, un camión de terneras, que ellos mismos se encargan de criar y llevarlas al matadero para tener carne para las próximas fechas. Quiero con esto decir que, el restaurante, más familiar, no puede ser. Mientras hablamos (y entretenemos), nos llevan los dos chuletones. Impresionante. Es el único adjetivo que se me ocurre. Calculo que sería más de 800 gramos de carne (mira un video para hacerte una idea). Una pasada. Eso sí, pronto nos daríamos cuenta de las desventajas de un chuletón tan grande, especialmente para partir la carne. Y es complicado darle el punto perfecto a una carne tan gorda, dejando la parte de fuera muy quemada y por dentro cruda. Aunque suene bien, es muy pesado de comer. Por eso, creo que la carne es magnífica y el aspecto impresiona, pero me agrado más una presentación más “pobre” como el chuletón de la Venta la Rasquilla. No pudimos tomar postre (ni siquiera capaces de acabar el chuletón), así que acabamos con un par de cafés y dos Hendricks con tónica (Nordic, otro delito). Total, 70 euros, igual que en su vecina en su día.
 Como resumen, diría que ambas ventas son sitios recomendables, muy económicos, con productos naturales (la carne) y trato muy familiar y cercano. Personalmente, a mi me gustó más la Venta Rasquilla, aunque lo mejor es que vosotros hagáis la prueba, visitéis ambas, y saquéis vuestras propias conclusiones.